‘Proyecto Magude’, pequeños pasos hacia el fin de la malaria

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África, con el paso de los años, va consiguiendo grandes avances en la lucha contra enfermedades que han atacado con especial fuerza a este continente.

En los últimos meses, una de las grandes noticias que llegaron desde África tenía que ver con la erradicación de la polio salvaje, una enfermedad que afectaba principalmente a los niños menores de 5 años.

Siguiendo el camino de la polio, previamente el ébola también dio un respiro en el continente al anunciarse el fin de al enfermedad

Sin embargo, todavía hay un virus que se resiste a ser eliminado y son muchas las investigaciones y proyectos que trabajan para conseguir acabar con el virus de la malaria. 

Justo con esta premisa, la de descubrir el punto débil de una enfermedad que se cobra la vida de 400.000 personas al año, nació el Proyecto Magude.

¿CÓMO SE CREÓ EL PROYECTO MAGUDE?

El Proyecto Magude se creó a partir de una pregunta, “¿Podemos eliminar la malaria en las zonas rurales y endémicas de África subsahariana?”.

Esta cuestión que se planteó un grupo de investigadores hace 3 años ha permitido descubrir y dar importantes pasos en la carrera para eliminar la malaria. 

El proyecto, liderado e implementado por el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), se instaló en la provincia de Magude, al sur Mozambique, con la intención de poner en práctica las herramientas que creían que podían servir para hacerle frente a la enfermedad.

En una entrevista al diario El Mundo, el coautor del estudio e investigador del CISM, Pedro Aide, señala que “el proyecto Magude se diseñó para evaluar la posibilidad de eliminar la malaria con las herramientas actuales, en una región de transmisión moderada“.

Este es, quizás, el punto fuerte de este proyecto: han preferido ir de menos a más, en lugares en los que es posible controlar y observar de cerca la evolución de un proyecto que se perfila como una muy buena guía en el camino hacia la erradicación de la malaria.

“Es fundamental para entender hasta dónde podemos llegar y qué más necesitamos hacer”, asegura el coautor del Proyecto Magude.

El Proyecto Magude, que además tiene acento español, se centró en dos fases bien definidas.

Por un lado, la primera fase en la que, como explica Beatriz Galatas, epidemióloga y autora del proyecto, para ISGlobal, “quisimos demostrar una reducción de la transmisión en un corto plazo de tiempo”. 

Durante esta primera fase, se centraron en concienciar a la población de Magude sobre la importancia del uso de las mosquiteras, rociaron casi el 80% de las casas de la zona con insecticidas para evitar una plaga de mosquitos transmisores de la enfermedad y, por último, visitaron – durante la época de fuertes lluvias – a la población de Magude para tratar con antimaláricos a personas que fueran asintomáticas o que, por el contrario, no se habían contagiado pero querían protegerles.

En el caso de la segunda fase, esta consistiría en mantener los buenos resultados que esperaban y mantener, asimismo, la tendencia y actividad de la primera fase con el objetivo añadido de “reducir el número de casos adquiridos localmente a cero”.

Por suerte, la primera fase dio unos resultados más que positivos y ha consolidado al Proyecto Magude como un potente elemento para abordar la erradicación de la malaria.

INDICADORES POSITIVOS

Entre una fase y otra se emplearon dos años para poder analizar con especial atención los resultados que ofrecía el proyecto.

Los datos fueron más que esperanzadores.

Tres años después de comenzar este proyecto, el balance obtenido refleja que el porcentaje de personas infectadas por el parásito bajó de un 9,1% a un 1,4%.

Esto se traduce en que, de los 50.000 habitantes que hay en Magude, se consiguió reducir la prevalencia de malaria un 85% y, además, los trabajos evitaron la aparición de unos 39.000 nuevo casos de  la enfermedad. 

Sin embargo, Beatriz Galatas asegura que aunque existen estos buenos resultados “seguíamos viendo casos de malaria en Magude, por lo que no habíamos sido capaces de interrumpir totalmente la transmisión”.

Sobre esta cuestión, Galatas destaca que “para solucionar cualquiera de estos tres factores son necesarias nuevas estrategias de implementación, al igual que nuevas herramientas que aborden las lagunas de las herramientas actuales”.

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