2023 ha sido un año de crecimiento económico. ¿Y 2024?

Martes, 26 de diociembre de 2023. Los economistas tenemos la virtud de describir muy bien lo que ha pasado, y por qué, pero pocas veces acertamos en los pronósticos. Sabido esto, voy a intentar resumir 2023 desde el punto de vista económico, y ser tan aventurado como para lanzar unas previsiones para 2024.

El contexto

La guerra entre Rusia y Ucrania ha seguido marcando las dinámicas de la economía mundial en 2023. Su inicio, en febrero de 2022, acentuó las ya existentes tensiones inflacionistas con subidas en el precio de la energía y otras materias primas. Eso llevó a los bancos centrales a una serie de agresivas subidas de los tipos de interés para combatir los aumentos en los precios. Una medicina dura pero necesaria.

Aunque la guerra continúa, los precios de las materias primas y de la energía se moderaron, e incluso bajaron, por efectos de la oferta y la demanda. Esto, unido a un gran año del turismo y del consumo privado, ha ayudado a países como España a tener un 2023 mejor de lo esperado, especialmente durante su primera parte.

Respecto al crecimiento económico, distintos departamentos de estudios prevén que España termine 2023 con un crecimiento del PIB del 2,3 %, lo que le convierte en el país de la UE en el que más ha crecido la economía. Las razones parecen estar claras: la industria del turismo ha batido sus marcas pospandemia y el consumo interno (lo que se gastan los españoles) ha seguido empujando al alza, especialmente en el trimestre de verano.

En contraste, por ejemplo, Alemania sigue muy afectada por las consecuencias de la guerra de Ucrania por lo que decrecerá en un 0,3 %, y el conjunto de la UE solo crecerá un 0,7 %.

En el caso español, lo que preocupa es que el crecimiento ha ido de más a menos. Ha pasado de crecimientos robustos del 0,6 % y 0,4 % en los dos primeros trimestres a otros más modestos en el tercero (0,3 %) y previsiblemente también el cuarto trimestre de 2023.

La inercia no es positiva.

Los datos

En 2023 el crecimiento de los precios en España será de un 3,6 %, bastante menos que la media de la UE (6,5 %) y de lo que crecerán en países como Alemania, Francia e Italia, donde superarán el 5 % de inflación. Así que en este otro apartado el comportamiento español también ha sido mejor que el de los países de su entorno.

En cuanto al empleo, otro indicador clave, las noticias también han sido buenas para España. Se ha creado empleo hasta reducir la tasa de paro al 11,84 %, lo que supone un descenso de cerca del 1 % respecto al año anterior.

Las malas noticias en este ámbito son tres:

    1. La creación de empleo se ha ralentizado en el tercer trimestre y, previsiblemente, también en el cuarto.
    2. El empleo creado es de peor calidad.
    3. Un porcentaje muy amplio del empleo creado es público.

En el último apartado a analizar, déficit y deuda, las noticias no son tan positivas. El conjunto de las administraciones públicas sigue gastando más de lo que ingresa, en concreto un 4,15 % más. El porcentaje de la deuda pública sobre el PIB será del 109,9 % a finales de este año. España debe más de un año de su PIB.

¿Por que se han ido ralentizando el crecimiento y el empleo?

Principalmente, por las subidas de tipos de interés del Banco Central Europeo. Estas medidas de política monetaria son eficaces para combatir la inflación pero, si no se aplican con cuidado, pueden matar al enfermo. O, lo que es lo mismo, provocar una recesión profunda.

Las previsiones

Aunque en el terreno de las previsiones hay múltiples variables, especialmente las geopolíticas, que pueden hacer cambiar todas las previsiones, el Banco de España y otras instituciones españolas estiman que el crecimiento económico será muy modesto en 2024, variando entre el 1,4 % y el 1,8 %. Esto provocado, básicamente, porque el consumo interno sufrirá la persistencia de los altos tipos de interés. Previsiblemente, el sector exterior no podrá compensar esta subida (nuestros clientes están sufriendo, recordemos), así que el crecimiento será menor.

En cuanto a la inflación, se prevé un incremento al 3,8 % por la subida prevista (así lo reflejan los mercados de futuros) de los precios del petróleo, la desaparición de las ayudas al transporte público y la recuperación del tipo del IVA en los alimentos.

Con un crecimiento tan exiguo, la creación de empleo se pronostica modesta y la bajada del paro sería, en el mejor de los casos, de 4 décimas, correspondiendo sobre todo al sector servicios, principalmente al turismo.

Respecto a deuda y déficit, la UE anuncia su vuelta a una cierta disciplina fiscal y España habrá de encaminarse a intentar gastar lo que ingresa, con una reducción del déficit al 3,6 %.

Los riesgos

A corto plazo, la irrupción de nuevas tensiones geopolíticas (Oriente Medio, Ucrania) podría desencadenar nuevas subidas en los mercados energéticos y dificultar más los intercambios comerciales, pudiendo generar el peor de los escenarios: la estanflación (inflación sin crecimiento). Esto impediría que el BCE bajara los tipos de interés y sería un problema muy serio para el crecimiento.

A medio plazo, la tendencia a gastar más de lo que se ingresa implica la dependencia de los mercados para financiar su déficit, y esto en algún momento puede volver a estallar. Especialmente si la UE regresa a la disciplina fiscal. Entonces volvería a hablarse de la prima de riesgo, la protagonista de los datos económicos europeos de 2011 y 2012.

La prima de riesgo es cuánto de más se le pide a un país por prestarle dinero, si se le percibe como un activo de riesgo. Si, por ejemplo, a Alemania se le presta al 1 % y a España al 3 %, la prima de riesgo española sería de un 2 %.

Este desequilibrio es, a mi juicio, el principal riesgo de la economía española. Y además, condiciona la soberanía económica de España al depender de los mercados para financiarse diariamente.

Álvaro Bañón Irujo es Profesor de Dirección Financiera e Inversiones, Universidad de Navarra.

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