El odio: la fuerza que gana con mayoría absoluta

Una joven de origen asiático lleva una mascarilla que recuerda que el odio es un virus, en una manifestación en Nueva York. Lev Radin / Shutterstock

Jueves, 22 de junio de 2023. A la mañana siguiente de celebrarse los últimos comicios municipales en España, y a la vista de los resultados, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tomó la decisión de adelantar las elecciones generales. A un mes de esta nueva cita con las urnas, y estando aún presente la resaca electoral, nos encontramos inmersos en una campaña continua donde el odio y desinformación tienen mucho que ganar.

Las estrategias para captar o desincentivar votos llevadas a cabo parece que van a continuar presentes, y aún con más fuerza, a lo largo de estas semanas. No cabe duda de que las redes sociales tendrán un papel relevante y no solo por su impacto en el ámbito online. Los partidos ya conocen su importancia, como se vio en las elecciones andaluzas de 2022.

Las estrategias que giran en torno a construir relatos sustentados en desinformación y odio están cada vez más extendidas debido a su éxito en anteriores citas con las urnas. Derrotar parece más relevante que ganar, y eso implica convertir al “otro político” en alguien digno de odio. Así, el análisis de lo que está pasando en la política española –y el desarrollo de esta campaña continua de camino a las generales– no puede realizarse solo a partir de declaraciones, ruedas de prensa o mítines.

Para comprender la profundidad de lo que sucede y lo que está en juego hay que adentrarse en el universo de las redes –Tik Tok, Instagram, Twitter, Facebook…–, estudiar sus mensajes y tratar de detectar las manos que mueven una supuesta espontaneidad.

Asco en alta intensidad

Ya en 1938, Serge Tchakhotine, discípulo de Pavlov, estudió la propaganda política previa a la Segunda Guerra Mundial observando cómo las emociones se empleaban de forma cada vez más intensa. Estableció que los discursos repetitivos, uniformes y ligados a emociones básicas fuertes tenían mucho impacto en la población.

Con el tiempo otros investigadores, como Robert Plutchik, definieron el odio como aversión o asco en alta intensidad, o por combinación de otras emociones básicas como tristeza e ira (que llevará al desprecio). Se comprobó que desplaza al pensamiento racional: si se provoca odio, uno saca lo más emocional y se refuerza el contenido asociado.

Durante años, muchas campañas se han basado en el miedo, pero este resultó ser efímero en el tiempo. En cambio, el odio es algo que pervive. Por lo tanto, generar odio, en muchas ocasiones ligado a la desinformación, es una emoción intensa que desplaza a la razón e instala ideas que persisten. Cada vez más se habla de la técnica del gaslight, proveniente del nombre una película inglesa de 1938 (versionada en 1944), donde a través de una fuerte sugestión emocional se llega a manipular la percepción, el juicio e incluso la memoria de las personas.

Los votantes que odian unidos permanecen unidos

Si a todo esto le sumamos la posibilidad de categorizar a la gente en función de sus gustos, características e ideología a través de las redes sociales, se podrá incitar al odio de manera específica a determinados grupos.

El empleo de técnicas como el astroturfing permite, además, difundir dichos mensajes haciendo creer que proceden de personas “como nosotros”, lo que facilita llegar más fácilmente a la sociedad.

No hace falta enviar mensajes con mucho odio, ya que además serían fácilmente detectados, sino que un goteo continuo de media-baja intensidad durará en el tiempo sin ser percibido como odio y llegará a más gente. Son los criptodiscursos del odio.

Existen investigaciones, como la de Bertram Vidgen de la Universidad de Oxford, que detectan continuos mensajes de islamofobia de baja intensidad por parte de seguidores de determinados partidos en Reino Unido. Estos no solo afectan a la población más cercana ideológicamente, sino que terminan normalizando esos contenidos en los votantes de otros partidos.

El odio no aparece sin más. Es una herramienta ideada para provocar unas determinadas consecuencias de las que alguien se beneficia. Una sociedad que se mueve por impulsos emotivos y por el odio será una sociedad manipulable y dirigida. Como afirma la periodista Carmela Ríos, “cosecha odio y recogerás votos” porque “los votantes que odian unidos, permanecen unidos”.

Virginia Martín Jiménez es Profesora de Periodismo en la Universidad de Valladolid; Sergio Arce Garcia, Profesor e investigador en comunicación digital y redes sociales., UNIR - Universidad Internacional de La Rioja 

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