El poder del amor en la construcción de la Paz

El amor ha participado en la creación de un “orden” que es fundamentalmente pacífico. Dietmar / Flickr, CC BY-NC-ND
El Amor es un tema complejo porque se vincula y forma parte de las emociones, los sentimientos, las pasiones, la sexualidad, las relaciones de género; también está presente en los procesos de socialización y supervivencia de la especie.” (Francisco Muñoz Muñoz)
por Agustín Martínez Peláez

 

Lunes, 14 de febrero de 2022. Con este escrito se pretende mantener el discurso de conceptos como la construcción de la paz y el poder del amor como metodología para entender mejor el desarrollo de la definición de paz imperfecta desde la percepción de los escritos de Francisco Muñoz y su relación con los de San Juan de la Cruz.

En nombre del amor, o más concretamente en el de sus formas de entenderlo (patriarcal, heteronormativo, occidentalizado y violento) en muchos momentos de la historia, diversos colectivos (fundamentalmente de mujeres y del grupo LGTBIQ+) han sido social e individualmente subordinados y cosificados hasta el extremo de limitar su autonomía y libertad, cuando no de acabar con su propia existencia.

Una de las perspectivas del estudio del amor para el mayor conocimiento de la construcción de la paz en sentido metodológico e histórico es la que proviene de la crítica y denuncia de los aspectos violentos derivados del concepto de amor romántico occidental.

Desde el enfoque del historiador e investigador de la Paz, partiendo del giro epistemológico y ontológico que forma parte intrínseca de la paz imperfecta, se pretende abordar esta cuestión con la intención de hacer una propuesta más amplia y plural, aun siendo conscientes de la fuerza y presencia que el amor romántico ha tenido y tiene para una parte de humanidad.

La finalidad de este estudio es, sin duda, indagar en cómo el amor ha participado en la creación de un “orden” que es fundamentalmente pacífico y facilita el desarrollo justo y equitativo de los seres humanos: el Ordo Amoris.

El amor-oris

Pareja en Shanghái. jijis / Flickr, CC BY-NC-ND

Amor es una palabra de significados diversos, muchos de los cuales deben rastrearse en su etimología latina de amor-oris, que puede ser traducida como afecto, ternura, cariño en general, pasión, deseo, afán, inclinación hacia alguien, a la patria, a los amigos, hacia uno mismo; como sensualidad, al hecho
de encontrar agradable una cosa, sentirse obligado, agradecido con alguien, complacerse con; también hace referencia a locuciones o formas de cortesía. A esta polisemia se une el posicionamiento que al respecto han realizado religiones, artes, filosofías y ciencias.

En cualquier caso, el amor, en sus diversas formas, es una importante manera de mediación facilitadora de las relaciones interpersonales. Amar ha debido ser una emoción central presente a lo largo de la evolución e historia de los seres humanos siendo de vital importancia para la conservación de su identidad, fundamentalmente porque facilita el desarrollo de sus capacidades.

Desde la docencia y el estudio de la Paz Imperfecta, el amor se ha estudiado, entre otras formas, en el contexto de la paz homínida y el empoderamiento pacifista, es decir, con la historia como especie y con las capacidades para la toma de conciencia del poder de la paz para transformar la realidad.

Casi siempre las divinidades del amor se identificaron en femenino, como diosas en cuya identidad se entrelazaban amor, fecundidad, naturaleza o protección de sus comunidades, entre otras. Así, por ejemplo, Gandhi afirmó que el amor es la fuerza más sutil del mundo y “la Verdad” (Satya) implica amor y engendra firmeza (agraha) y, por tanto, es un sinónimo de la fuerza. De la unión de esas palabras surgió Satyagraha que es como decir la fuerza nacida de la verdad y el amor a la no violencia.

Durante el siglo XVI San Juan de la Cruz habla sobre cómo expresar el crecimiento del amor, del más imperfecto al menos imperfecto, usando el grado como medida. Es un recurso muy frecuente entre los místicos. San Juan de la Cruz se refiere a los grados de amor con distinto número. Unas veces habla de siete grados, y otras de diez grados de amor. Este caminar imperfecto es un proceso sereno y lleno de paz, ya que no tiene que conseguir un determinado grado de perfección para encontrar el descanso. Empezar a amar es situarse en el lugar de la calma y de la paz, como indican estas palabras sanjuanistas de Dichos de Luz y Amor:

“El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa. El alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente”.

En conclusión, el amor es la virtud más importante, hunde sus raíces en lo más profundo del ser humano, y lleva a la plena madurez a la persona que ama. El amor se manifiesta en las acciones humanas y es comprensible en sus contenidos y motivaciones, pero no es manipulable por intereses humanos. Algo del amor queda en silencio y en oscuridad, y requiere el respeto y la reverencia que
corresponde a aquello que no se abarca completamente con las medidas y categorías humanas.

La experiencia del amor humano se equipara al amor divino. Andrea Lobos / Flickr, CC BY-NC-ND

El amor es polisémico

La experiencia del amor humano, el que merecen todas las personas, el de la pareja o el que despierta la caridad ante el necesitado, y el del amor divino, propio de los místicos, tienen una misma fuente.

La experiencia de amor humano es la referencia con la que cuenta el místico para comprender y comunicar lo que vive en el amor divino. Y la experiencia amorosa del místico es la referencia de que el amor hunde sus raíces en las profundidades del ser. El amor del místico ayuda a comprender mejor la trascendencia del amor humano que vive la persona que ama.

El amor es complejo y, como se ha defendido al inicio del escrito, el concepto se ha abordado y se puede abordar desde múltiples disciplinas académicas y artísticas a lo largo de la historia de la humanidad y, por tanto, ha participado y se ha visto influido por los modelos epistemológicos y ontológicos predominantes. De entre ellos destacan los que presentan un claro sesgo androcéntrico y que han servido para justificar las diferentes y múltiples expresiones del machismo.

En nombre de un tipo determinado de amor se han marginado, prohibido y vejado otras formas de amor diferentes a las prescritas socioculturalmente por el sistema patriarcal. Afortunadamente, la violencia no es perfecta, no ocupa todo el espacio en las relaciones humanas y ha habido, hay y habrá otras formas de amor tendentes a la disidencia y a la celebración de la diversidad.

Agustín Martínez Peláez, Historia del Arte, Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales líneas de investigación son: Patrimonio Cultural. En esta línea se trabaja desde la interdisciplinariedad de la Historia, el Arte y el Patrimonio. En este sentido, se han realizado una serie de Jornadas sobre Reales Sitios que pretenden tener su continuidad, después de tres convocatorias, en congresos internacionales y publicaciones especializadas, siempre que el eje central sea el Patrimonio Cultural. De igual forma, se ha desarrollado un proyecto de innovación multidisciplinar entre alumnos y profesores de Historia, Arte y Comunicación Audiovisual para implantar el documental como herramienta necesaria en la docencia de la Historia, el Arte y el Turismo. Mercado del Arte, Coleccionismo y Pintura del siglo XIX.

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