La economía de Japón acelera su caída libre

por Francisco Villanueva

 

Viernes, 16 de febrero de 2024. En un reciente viaje turístico por todo el país nipón he podido comprobar de primera mano la decadencia del que ha sido hasta hace una década el país más fuerte del mundo económicamente hablando, hoy sin apenas juventud, sin perspectivas ni proyectos de país, con las empresas tecnológicas japonesas nominadas por los chinos y por ser una sociedad incapaz de abrirse al mundo, el país sufre su decadencia económica como no se ha conocido nunca.

El primer motivo es el estancamiento que lleva el país desde aproximadamente 1990 con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Japón creció mucho en los años setenta y ochenta, pero desde entonces su PIB per cápita está prácticamente estancado, casi 35 años.

El segundo motivo es la decadencia de su modelo educativo. A pesar haber sido la tercera potencia industrial mundial sólo superada por Estados Unidos y China, Japón no tiene muchas universidades entre las mejores del mundo. Además lleva varios años en los que la caída de la natalidad hace disminuir los alumnos, y muchas universidades han tenido que cerrar por falta de los mismos. Ahora, salvo las mejores, incluso compiten intentando atraer a los alumnos con las mejores condiciones (para los mismos) con el objetivo de sobrevivir. Que el conocimiento del inglés sea bastante deficiente no ha ayudado a atraer a estudiantes de otros países, ya que las clases son en japonés. No consiguen de este modo atraer a estudiantes de países emergentes como China que optan por estudiar en países anglosajones. En Japón es imposible pedir una simple cerveza en un restaurante sino es en su idioma; el inglés o el español no lo conocen ni hablan…a diferencia de sus vecinos chinos que lo aprenden a velocidad rapidísima.

El tercer motivo es la caída de la natalidad y envejecimiento de la población. Menos población en edad laboral sin incrementos de la productividad van a provocar que el estado esté muy interesado en cuidar de los ancianos y de proporcionarle una serie de servicios mínimos. Otros países han resuelto esto mediante la inmigración, pero Japón es una excepción que está casi cerrado a la misma, inmenso error.

El cuarto son los problemas culturales y sociológicos a los que se enfrenta. Probablemente sean consecuencia de una sociedad opresiva y muy competitiva. Pero el fenómeno de los Hikikomories el término japonés utilizado para referirse a todo un fenómeno sociológico que afecta a uno de cada diez adolescentes japoneses y que comporta una determinada estética y nuevos modos de vida y no muestran una sociedad sana. Tampoco los trabajadores que viven en cibercafés y dependen de empleos temporales y que han decidido encerrarse en su habitación llegando a años de reclusión voluntaria. Solitarios y sin objetivos vitales, en algunos casos llegan al suicidio. La familia, resignada, se limita a darles de comer sin poder comunicarse con ellos, que pasan el día viendo televisión, entre juegos de ordenador y navegando por Internet. Ya se habla de toda una epidemia provocada por una sociedad opresiva y competitiva, demasiado centrada en los videojuegos y la tecnología; que ha desatendido las relaciones humanas. Las vivencias de estos jóvenes nos muestra el modo en que se expresan artísticamente y cuáles son sus valores culturales y éticos, y expresan claramente que la sociedad japonesa está enferma de individualismo, de sexismo y de vicios ocultos.

El quinto es la deuda pública, brutalmente alta para cualquier estándar occidental en el que pensemos. Supera el 230% de PIB, el doble que Grecia y mucho más que Argentina y en esta proporción es la mayor del mundo.

El sexto es que las empresas asiáticas de otros muchos países le están comiendo el camino. Hubo una época en la que lo habitual era tener un televisor Sony, ahora no es raro que este sea Samsung. Su sistema de móviles propio (Keitai) era más avanzado, pero los iPhone y los terminales con Android coreanos y taiwaneses les han dejado como los peores productos de la zona. Los fabricantes de coches sufren la competencia de los coreanos y de los chinos ya superiores en tecnología punta que estan preparando su desembarco en los mercados occidentales…

Por todo esto llegamos a la escalofriante noticia de hoy que dice que el PIB de Japón se hunde a un ritmo anualizado del 6,3% tras la subida del IVA. Japón registró una contracción anualizada del 6,3% en el cuarto trimestre de 2019, después de la subida del IVA del pasado mes de octubre y lastrada por el efecto de los tifones y el frenazo de la demanda mundial por la ralentización, según la primera estimación del dato publicada por el Gobierno japonés. Se trata de la mayor caída del PIB de Japón desde el segundo trimestre de 2014, cuando la economía también se vio lastrada por una subida del IVA.

La fuerte caída en la producción tras el incremento del IVA en octubre respalda que la economía de Japón se contraerá este año, aunque con la inflación subyacente manteniéndose, todavía esperamos que el Banco de Japón mantenga la configuración de su política monetaria sin cambios.

El pasado 1 de octubre, Japón implementó una subida del IVA desde el 8% al 10% para abordar el creciente coste de las pensiones y la sanidad derivado del envejecimiento de la población. Este alza impositiva había sido aplazada en dos ocasiones por el Gobierno de Shinzo Abe respecto de la fecha inicialmente prevista de octubre de 2015 por el temor de que arrastrase a la recesión a la economía nipona, tal como sucedió tras la subida de la tasa al 8% desde el 5% en 2014, así como tras el alza de 1997, cuando se elevó desde el 3% al 5%. La economía de Japón cayó en recesión después de la subida del IVA al 8% desde el 5% que tuvo lugar en abril de 2014, repitiendo lo sucedido en 1997, cuando la tasa aumentó al 5% desde el 3% con el que se había introducido en 1989. En términos trimestrales, el PIB de Japón registró entre octubre y diciembre una contracción del 1,6%, después de crecer un 0,1% en el tercer trimestre, un 0,5% en el segundo trimestre y un 0,6% en los tres primeros meses de 2019. En comparación con los tres meses anteriores, en el cuarto trimestre la demanda doméstica registró un retroceso del 2,1%, después de incrementarse un 0,4% en el tercer trimestre. En concreto, el consumo de los hogares nipones se contrajo un 3% en el trimestre, después de aumentar un 0,4% entre julio y septiembre de 2019, mientras que el gasto público se ralentizó al 0,2% desde el 0,7% del tercer trimestre. Por su parte, las exportaciones japonesas registraron un retroceso del 0,1%, frente a la caída de siete décimas del tercer trimestre, pero las importaciones cayeron un 2,6%, después de subir un 0,7% en los tres meses anteriores.

El periodo post-Covid ha sido difícil para Japón. El PIB trimestral del país no volvió a su nivel del último trimestre de 2019 hasta el cuarto trimestre de 2023. Es cierto que la inflación ha reaparecido, como en otros lugares. En septiembre, los precios subieron un 3,8% interanual en el archipiélago. Pero las causas no hay que buscarlas en la fortaleza de la demanda japonesa, sino en factores externos y en la caída en picado del yen, que ha perdido un 43% de su valor frente al dólar desde principios de 2021.

La pérdida de valor de la divisa nipona se debe a los bajos tipos de interés del Banco de Japón y a las escasas perspectivas de crecimiento, que apenas animan a invertir en el país del sol naciente. Y esta caída del yen alimenta a su vez la inflación. Pero como la productividad sigue estando fuera de la ecuación, los salarios reales no pueden seguir el ritmo de los precios. En agosto cayeron por decimoséptimo mes consecutivo, nada menos que un 2,5% interanual…

Como resultado, la economía japonesa sigue siendo lenta. En el segundo trimestre de 2023, las exportaciones pudieron beneficiarse de la caída del yen e impulsar el crecimiento, pero el efecto fue efímero dada la debilidad de la demanda mundial, en particular de China, y las dificultades de la industria japonesa para aumentar su capacidad de producción. En consecuencia, el PIB cayó lógicamente un 0,1%.

Las autoridades japonesas no saben qué hacer ante esta situación. El Banco de Japón se encuentra entre dos fuegos. Está tentado de normalizar su política para bajar el yen y atraer a los inversores, pero sin crecimiento, corre el riesgo de poner en dificultades al Estado japonés si los tipos reales que tiene que pagar se vuelven positivos. Su posición es muy difícil, el banco central anunció «flexibilidad» en el control del tipo de los bonos del Estado a diez años, manteniendo al mismo tiempo sus propios tipos a cero. Fue una medida que no agradó a los mercados, que esperaban una subida total del tipo a diez años. Como consecuencia, el yen sigue cayendo.

Mientras tanto, el gobierno japonés del Primer Ministro Fumio Kishida se esfuerza por hacer frente a la recesión económica. Su índice de aprobación está en mínimos históricos, y las próximas elecciones generales, en septiembre de 2024, se presentan complicadas para él. Podría haber cambio después de décadas…Así el pasado noviembre anunció un plan de recuperación económica de 17 billones de yenes (106.000 millones de euros), que incluye un recorte masivo del impuesto sobre la renta y del impuesto municipal (por valor de 5 billones de yenes, unos 31.000 millones de euros), subvenciones a las empresas que aumenten sus salarios y ayudas a los hogares más vulnerables para que puedan pagar sus facturas de electricidad y gasolina.

El Primer Ministro espera que estas medidas le ayuden a recuperar popularidad, pero económicamente parece una apuesta arriesgada. En los últimos treinta años, Japón ha aplicado una serie de paquetes de estímulo sin resultado. El banco Nomura sólo espera un efecto positivo de 0,2 puntos del PIB, algo menos de lo comprometido. Es como si las autoridades japonesas se vieran impotentes y atrapadas por mandatos contradictorios, a pesar de su considerable peso en la economía.

En realidad, Japón parece sumido en una larga crisis que refleja los grandes problemas del capitalismo contemporáneo: baja productividad a pesar de un alto nivel tecnológico, salarios bajo presión, el Estado como último recurso del capital. Mantener la cuota de mercado de las exportaciones parece ser la única ambición, en un momento en que el comercio mundial se tambalea y los competidores son cada vez más acuciantes.

En definitiva, lo que vemos es un estancamiento sin fin, con un crecimiento cada vez menos realista como única ambición de las políticas públicas. Lo interesante es que el caso japonés bien podría señalar el camino a otras economías basadas en un modelo exportador. Alemania no se queda atrás y China está, a su manera, cada vez más amenazada por un escenario a la japonesa tras el crash inmobiliario y con su deseo de construir un crecimiento basado en la tecnología y el mantenimiento de su dependencia de las exportaciones, aunque lo de China es de otro mundo y todo lo hace bien.

El declive de Japón no es sólo la historia de un país en crisis. Es quizá la historia de un país a la vanguardia del capitalismo del futuro. La situación del imperio japonés es una especie de advertencia para un mundo dominado por este modo de producción que ha fracasado como ha fracasado Japón: el Imperio del Sol Naciente.

Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero
@FrancsicoVill87

Sea el primero en desahogarse, comentando

Deje una respuesta

Tu dirección de correo no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.