La Generación Z no es de cristal, sino de diamante

por Alessandro Rinaldi

 

Viernes, 20 de octubre de 2022. Para personas poco avezadas en la materia resulta fácil confundir un cristal común con un diamante en bruto. De la misma manera, algunas personas que apenas conocen la cotidianidad de la juventud se atreven a catalogarnos como vagos, poco preparados y conformistas. Nada más lejos de la realidad.

Personas como el escritor Pérez-Reverte o el economista Gonzalo Bernardos perdieron hace mucho tiempo la perspectiva y lo han dejado patente esta última semana en los medios.

Mi generación creció con la constante promesa de que iba a vivir mejor que sus padres, que cada vez la vida sería más fácil y que todo el monte sería orégano. Pero nuestros días de vino y rosas terminaron con la quiebra de Lehman Brothers que dió lugar a la crisis de 2008.

Esta no es una crisis que fuera pasajera, sino que golpeó a la sociedad española durante una década. Fueron 10 años en los que mi generación pasó su adolescencia viendo y viviendo desahucios, paro y precariedad.

Tras esto parecía que ya se veía una luz al final del túnel. Una esperanza para volver a soñar con una vida digna y plena. Tuvimos un breve atisbo de fantasía que apenas duró un año. Fue entonces cuando la pandemia apareció y nos recluyó a todos en nuestras casas.

Ya no solo estábamos siendo privados de nuestras aspiraciones vitales, sino que además se pausó nuestra vida social en lo que debían ser nuestros mejores años. Comenzamos a ver por primera vez en un siglo restricciones a la movilidad y toques de queda. Muchos de nosotros vivíamos con el miedo de contagiar a nuestros padres o abuelos y aún así se nos demonizaba desde la atalaya de los medios de comunicación tratándonos como delincuentes.

En 2022, muchos de nosotros ya entramos en la vida adulta. Aquellos con suerte han podido comenzar a trabajar. Una vez más parecía que llegaba la calma tras la tempestad, sin embargo nuestro futuro se ha vuelto a ver truncado por la guerra y el aumento desorbitado del coste de la vida.

Actualmente, mi generación lleva vividos más años de crisis que de prosperidad. Este es un hecho que podría socavar el ánimo de cualquiera, y en cierto modo es lo que nos ha pasado. Nuestra generación es incapaz de imaginar un futuro próspero porque ya ha sido engañada demasiadas veces con la misma promesa. Es en parte la razón por la que siendo tan jóvenes tengamos una alta tasa de depresión y ansiedad.

Estos hechos son incapaces de ser analizados por ciertos académicos porque han perdido el contacto con el día a día, se han acomodado en su silla de la RAE, o en su sillón de tertuliano en La Sexta. No se han dado cuenta que la nuestra no es una generación de cristal, sino de diamante. Una generación que se ha formado bajo la presión de crisis y catástrofes naturales.

Sin duda somos la generación más resiliente. Nuestras condiciones de vida han hecho que imaginemos un mundo alternativo al que hemos vivido siempre. Hemos vivido en primera persona los fallos estructurales del sistema y solo es cuestión de tiempo hasta que seamos nosotros mismos quienes lo arreglemos.

Porque como decía Miguel Hernández: “La juventud siempre empuja, la juventud siempre vence, y la salvación de España de su juventud depende«.

Alessandro Rinaldi es militante de Podemos y su juventud, Rebeldía. Activista por los derechos de los trabajadores.
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