Vergüenza mundial en Qatar

Este mundial proscribe los derechos humanos, arrodilla a las mujeres, acalla a los homosexuales y utiliza de argamasa los cuerpos sin vida de los obreros a los que trataron peor que a los esclavos.

por Pedro Iniesta Ruiz

Domingo, 19 de noviembre de 2022. Qatar inaugura la operación de blanqueamiento a un régimen criminal más cara de la historia. La zanahoria es el mundial de fútbol, el palo es el dinero, y los que corren detrás son todos los demás.

La fiesta la ha montado FIFA, que con más hambre de dinero que de deporte, se ha postrado frente a una monarquía absoluta y homicida. Y a partir de aquí, nos han querido vender la moto con todos los accesorios, al punto de hacernos creer poco menos que el viaje a Qatar es una experiencia cultural que nos permite introducirnos en sus costumbres.

La fiesta la ha montado FIFA, que con más hambre de dinero que de deporte, se ha postrado frente a una monarquía absoluta y homicida

Oye, ¿que la costumbre es encarcelar 7 años a los homosexuales? Bienvenida sea. ¿Que las mujeres viven bajo la esclavitud de sus maridos y padres? Pues estupendamente.  ¿Que la construcción del estadio le ha costado la vida a 6.500 seres humanos? Bueno, ¿Pero y lo bien que ha quedado?

De eso se llenarán los telediarios estos días, de excusas para justificar que está pasando por el aro hasta el apuntador. Por cierto, una cosa es establecer relaciones geopolíticas en un mundo globalizado y otra muy distinta ser la comparsa para blanquear a Estados podridos de dinero, pero, en cuanto a los derechos humanos se refiere, subdesarrollados.

Y como las conciencias no acaban de estar limpias, 7 capitanes de selecciones han anunciado que llevarán un brazalete arcoíris. No sé si eso lavará alguna conciencia, pero si bien ese gesto es insuficiente, el de los demás capitanes raya lo miserable. Tomemos como ejemplo al de Francia, que dice que hay que adaptarse a las costumbres del país. No sé si este analfabeto político tendrá mujer, pero a lo mejor no le haría demasiada gracia que los derechos de esta quedasen suspendidos mientras va al estadio a verlo.

Y los gestos, que son una pura anécdota, no deberían distraer de la responsabilidad colectiva. Yo sé que, en nuestro país, para mucha gente, el fútbol es sagrado, y antes de ser de un partido político o de una religión, la gente es devota de su equipo. Y claro, ¿quién está dispuesto a ponerse en contra a toda la afición futbolera de un país?

Soy consciente de que mi opinión es polémica y probablemente minoritaria, pero creo que nuestra participación en Qatar nos hace un país menos decente. No podemos ir de defensores de los derechos humanos por la mañana y por la tarde tragarnos que los pisoteen mientras se cantan goles.

Soy consciente de que mi opinión es polémica y probablemente minoritaria, pero creo que nuestra participación en Qatar nos hace un país menos decente

Este es el mundial de la hipocresía, el de gentes que se pondrán un pin medio reivindicativo y se creerán que están haciendo la revolución, mientras una monarquía perversa hace del fútbol su escaparate mundial y todos los demás les vitorean y aplauden.

Este mundial proscribe los derechos humanos, arrodilla a las mujeres, acalla a los homosexuales y utiliza de argamasa los cuerpos sin vida de los obreros a los que trataron peor que a los esclavos.

Supongo que muchos buscarán su excusa para ver esta basura. Conmigo que no cuenten.

Pedro Iniesta Ruiz, colaborador de La Mar de Onuba, es profesor de literatura en París y secretario general del PSOE en la capital francesa

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